¿Por qué construir tu casa lentamente te llevará a tener sobrecostes?
Muchos adultos, (sí, esos que se creen con experiencia y cabeza,) siguen sin entender cómo va esto de construir una casa. Es que, de verdad, llamarles «adultos» podría ser hasta un halago cuando uno ve las cosas que hacen.
¿De qué hablo? Pues de esas obras que se hacen “por fascículos”, como si de una colección de kiosco se tratara. Y no, no es un mito urbano, esto pasa más de lo que te imaginas.
El proceso de construir por partes: Parones eternos
El proceso es simple, pero doloroso de ver:
Primero, hacen la excavación. Aquí todo parece normal, ¿no? Pero luego, ¡pum!, parón de 5 meses. La gente sigue su vida, el terreno se queda ahí, esperando. La naturaleza incluso aprovecha y empieza a “redecorar” el lugar con hierbas y charcos.
Después de ese tiempo, retoman y hacen la estructura. Se podría pensar que ahora sí van en serio. Pero no. Llega otro parón, esta vez quizás de 3 meses.
Mientras tanto, los vecinos ya han pasado del asombro inicial al chisme diario: “¿Terminarán esto algún día?”.
Ejecutan la cubierta, que ya es algo, pero luego… sorpresa, otros 6 meses de pausa. Y así van, pausa tras pausa, hasta que, con suerte, terminan en unos 5 años. O más.
¿Es realmente necesario hacerlo así?
Puede que estés pensando que estas pausas se deben a que no tienen otra opción, que lo hicieron así porque no había más remedio.
¡Error! No tiene nada que ver con falta de opciones.
Lo hacen porque quieren, porque se les ocurre, porque así lo decidieron. Y algunos ni siquiera llegan a terminarla, abandonan por el camino, creyendo que hacerlo de este modo les está ahorrando dinero.
¿Ahorrando dinero? ¡Ya lo creo!
El impacto en los técnicos y en la planificación
Y lo peor es que, muchas veces, los técnicos no tenían ni idea de que el proyecto iba a desarrollarse a paso de tortuga. ¿Y qué pasa? Pues que se vuelve un caos. Los plazos se alargan, la rentabilidad para ellos se cae por los suelos y la obra parece un mal chiste.
Un ejemplo de la vida real: La obra eterna
Te cuento un ejemplo que me toca muy de cerca. Paso todos los días por delante de una casa que lleva 3 años en construcción. Sí, 3 años. ¿Y sabes qué es lo peor? Al ritmo que llevan, les quedan otros 3, como mínimo.
Lo más surrealista es que están haciendo la casa con hipoteca. Sí, con hipoteca. No es que estén construyéndola poco a poco con el dinero que van ahorrando. No. Esto no es un “hago una parte cuando tengo fondos”. Es simplemente su manera de hacer las cosas.
No tiene ningún sentido.
Costes ocultos y sorpresas desagradables
Y para añadirle más locura al asunto, la misma empresa está llevando a cabo toda la obra. ¿Cuántas veces he visto a los mismos trabajadores entrando y saliendo, desmontando herramientas, llevándose materiales y trayéndolos de vuelta? Ya perdí la cuenta. Cada una de esas idas y venidas cuesta dinero, por supuesto. Las empresas de construcción no te lo hacen por amor al arte.
¿Quiénes ganan y quiénes pierden?
¿El constructor? Encantado de la vida. A más tiempo, más viajes, más portes y, por supuesto, más facturas. Esos son los trabajos soñados para algunos.
¿El promotor? Probablemente anda perdido. No sé si sabe realmente cuánto le está costando esta forma de trabajar. A lo mejor sigue pensando que así “se ahorra”, mientras su presupuesto se desangra poco a poco.
¿Y los técnicos? Ellos también pierden. Imagínate que aceptan un trabajo pensando que lo tendrán terminado y cobrado en un año, pero que se prolonga durante 5 o 6. ¿Qué rentabilidad hay ahí? Ninguna.
¿Por qué construir así es un desastre?
Es un desastre, un completo desastre. Pero hay más. Te voy a contar por qué construir así no solo es malo, sino una verdadera “cagada”, por ponerlo claro.
Primero, el sobrecoste. Cuando una obra se alarga, los precios también. El presupuesto inicial puede triplicarse por gastos de materiales que suben, portes adicionales, renovaciones de permisos, y la lista sigue. ¿Están Aahorrando? Ni de broma.
El impacto en la calidad de la construcción
Segundo, la calidad de la construcción. Las obras que se hacen en plazos razonables y con continuidad tienen mayores probabilidades de mantener estándares de calidad. Cuando tienes periodos largos de pausa, hay riesgos de que materiales se deterioren, de que la obra se vea afectada por la climatología o simplemente de que pierdas el ritmo del proyecto. Lo que podría haber sido un trabajo bien hecho, termina siendo un parche tras parche.
El desgaste emocional: Una montaña rusa de estrés
Y no me quiero olvidar del desgaste emocional. Construir una casa es ya de por sí un proceso complejo y estresante. Hacerlo “por fascículos” es como vivir en una montaña rusa de ansiedad y frustración. Cada pausa es una fuente de problemas, de preocupaciones y, muchas veces, de sorpresas desagradables.
No caigas en esta trampa
Y si piensas que tu constructor está encantado de hacer pausas porque no le afecta… piensa otra vez. Quizás para algunos es cómodo, pero para otros es una pesadilla logística. Mover y volver a montar equipos, parar y reiniciar tareas… Todo esto genera problemas. Pero claro, si tu obra se vuelve su “proyecto estrella” para años, hay quienes van a estar felices de llevarte por el camino largo, si es que les da más dinero.
Planifica bien y evita errores costosos
Así que, si estás planeando construir, toma nota. Evita caer en esta trampa. No hagas que tu obra se convierta en un monumento a la paciencia infinita y al derroche económico.
Planifica bien, busca empresas serias y ten en cuenta los consejos de tus técnicos. Construir una casa no debería ser un caos interminable, sino el camino a tu hogar soñado.
No la cagues. Hazlo bien desde el principio y disfruta del resultado sin tantos dolores de cabeza.
Tu bolsillo, tus nervios y tu futuro hogar te lo van a agradecer.