Escoger arquitecto no es solo cuestión de gustos. Consejos clave.
Me encanta internet. Uno se mete a leer y encuentra de todo. Hace poco, alguien preguntaba sobre cómo elegir un arquitecto. Decía que había encontrado muchas diferencias entre ellos, pero lo curioso es que no mencionaba nada sobre precios. Algo raro, ¿no? Porque normalmente todo el mundo empieza por ahí.
Lo que comentaba es que un arquitecto le decía una cosa y otro arquitecto la contraria. Uno de los participantes en la conversación le dio un consejo:
«Quédate con el arquitecto que se adapte a tus gustos. Que haya feeling. Que entienda lo que quieres y lo haga tal cual.»
Hasta ahí, podría parecer un buen consejo. Al final, si estás invirtiendo en tu casa, quieres que el resultado se parezca lo máximo posible a lo que tienes en mente. Pero aquí viene la trampa: una casa no es solo una cuestión de gustos.
Entonces apareció alguien más y dijo algo que tiene mucho más sentido:
«Sí, el arquitecto tiene que amoldarse a tus gustos y exigencias, pero un buen arquitecto también te pondrá pegas. Porque su trabajo no es solo darte lo que pides, sino hacerte ver los problemas de las malas ideas.»
Y ahí está la clave.
Cuando tu arquitecto te ayuda a evitar errores en el diseño de tu casa
Estoy totalmente de acuerdo con este segundo punto de vista. Porque, por norma general, los promotores tenéis ideas de bombero torero. Y es normal. No es vuestra culpa. No habéis sido entrenados para diseñar una casa.
El arquitecto sí.
Tú puedes saber lo que necesitas, pero eso hay que traducirlo en un diseño que funcione. Y de eso no tienes ni idea. No porque seas tonto, sino porque no es tu profesión. Tan simple como eso.
Aquí es donde muchos fallan. Creen que, porque han vivido en una casa toda su vida, ya saben cómo se diseña una buena casa. Pero una cosa es usar algo y otra muy distinta saber diseñarlo bien.
Piensa en los coches. Todos hemos conducido un coche en algún momento, pero ¿cuántos sabríamos diseñar uno desde cero? Y no solo que funcione, sino que sea seguro, eficiente y cómodo de conducir. Lo mismo pasa con la arquitectura.
Henry Ford solía decir que, si le hubiera preguntado a la gente qué necesitaban, le habrían respondido que querían caballos más rápidos. Nadie habría dicho: «Necesitamos un coche.» Pues esto es lo mismo.
Si tu arquitecto solo te dice a todo que sí y no cuestiona nada, desconfía. Puede que te estés metiendo en un lío.

Los riesgos de que tú diseñes la casa y no tu arquitecto
En la misma conversación, alguien mencionó un concepto interesante: los proyectos pasados a limpio. ¿Qué significa eso?
Básicamente, cuando un promotor llega al arquitecto con su idea ya hecha y solo quiere que alguien le haga los planos. Y el arquitecto, en lugar de asesorar, simplemente obedece.
Esto es un gran error. Cuando el arquitecto no participa activamente en el diseño, lo que se obtiene suele ser un desastre. Casas sin sentido, con distribuciones desastrosas, problemas de iluminación, accesibilidad, orientación…
Y lo peor de todo es que, cuando surgen problemas, la culpa siempre se la echan al arquitecto. Como si él no hubiera avisado.
Ejemplo típico:
- «Quiero una casa con ventanales enormes en esta fachada.»
- «Pero esta fachada da al oeste, y en verano será un horno.»
- «No importa, quiero luz.»
- «Vale, pero luego no te quejes cuando tengas que gastar una fortuna en aire acondicionado.»
Se construye la casa, llega el verano y… sorpresa. La casa es un horno. Y entonces el promotor dice: «El arquitecto me ha diseñado mal la casa.»
Pues no, amigo. No es culpa del arquitecto si no le hiciste caso.
Diseñar bien una casa: el proceso paso a paso
Tienes que entender que esto es un proceso. No se trata de que el arquitecto simplemente dibuje lo que tú le pides, sino de que se genere un diálogo.
Tu papel es decir qué necesitas, y su papel es transformar esas necesidades en un diseño funcional.
Paso 1: Definir necesidades, no soluciones
Lo primero que debes hacer es explicar lo que necesitas. No cómo solucionarlo, sino qué problemas quieres resolver.
- «Quiero una casa luminosa.» (Correcto)
- «Quiero una casa con un ventanal de 8 metros en la fachada oeste.» (Incorrecto)
Deja que el arquitecto proponga soluciones. Quizás te ofrezca una alternativa mejor que el ventanal gigante que ibas a poner sin pensar.
Paso 2: Ajustar el diseño según la funcionalidad
A medida que se van viendo propuestas, se hacen ajustes. Pero esos ajustes deben estar guiados por la funcionalidad, no solo por la estética o los caprichos personales.
Un buen arquitecto te hará preguntas como:
- «¿Cuánto tiempo pasas en esta habitación?»
- «¿Cómo es tu rutina diaria?»
- «¿Te gusta recibir visitas?»
Porque diseñar una casa no es solo hacerla bonita. Es hacerla cómoda, práctica y eficiente.
Paso 3: Refinar hasta lograr el equilibrio
El diseño de una casa es un equilibrio entre lo que quieres, lo que necesitas y lo que es viable.
Si en ese proceso el arquitecto te dice que algo no es viable o que no tiene sentido, no lo veas como un capricho. No es que quiera llevarte la contraria por gusto. Es que su trabajo es evitar que cometas errores.
El papel del promotor en la construcción de su casa: lo que debes y no debes hacer
Porque aquí viene el punto clave: desempeñar bien tu papel. Y tu papel es el de promotor, no el de arquitecto.
Tu misión es decir qué necesitas, qué presupuesto tienes, qué estilo te gusta y qué expectativas tienes. Pero el diseño, las soluciones técnicas y las decisiones arquitectónicas tienen que venir de un profesional. De alguien que se ha pasado años formándose para ello.
Si intentas hacer el trabajo del arquitecto sin tener los conocimientos necesarios, te arriesgas a acabar con un proyecto mal resuelto. Y entonces vienen los problemas, los sobrecostes y las chapuzas.
Así que, cuando un arquitecto te diga que no a algo, no te lo tomes a mal. Probablemente te esté salvando de un error costoso.